Quo vadis Europa?

«Si Europa quiere desempeñar un papel clave en la configuración del mundo posterior a la COVID-19, deberemos reforzar nuestra cohesión interna y colaborar más eficazmente con todas las regiones del planeta».
Santander es la capital de Cantabria, región situada en la costa norte de España. En esta ciudad, en el antiguo palacio real de La Magdalena, se creó en 1932 una universidad internacional para abrir España a la cultura y la ciencia del mundo durante la segunda República española. Cuando España recuperó la democracia en 1975, ese palacio volvió a ser la sede de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP). Desde 2001, año en que formaba parte la Convención Europea, he venido dirigiendo allí un seminario de una semana centrado en los principales temas relacionados con el futuro de Europa, que se titula Quo vadis Europa? y se ha convertido en un acto clave en la reflexión y el debate públicos sobre nuestro continente durante el receso veraniego.
Reflexiones en profundidad con expertos y preguntas de las jóvenes generaciones
Este año nos centramos en la manera de construir una Europa geopolítica. La edición de 2021 ha supuesto para mí, de hecho, una ocasión muy idónea para alejarme de la presión de las crisis cotidianas, compartir una reflexión profunda con expertos procedentes de todo el mundo y escuchar las preguntas y preocupaciones de las jóvenes generaciones de Europa y otras regiones. En esta entrada de blog quiero centrarme en las principales conclusiones de este evento fructífero y estimulante.
En la sesión inaugural, con mi amigo Enrico Letta (antiguo primer ministro italiano y actual secretario del Partido Democrático), Nathalie Tocci (IAI) y José Ignacio Torreblanca (ECFR), dirigimos nuestra atención hacia los retos para el mundo posterior a la COVID-19, así como en el papel de Europa en él. Tras esta crisis, es probable que el mundo sea más digital, más inclinado hacia Asia y más desigual. Es innegable que también será más multipolar y conflictivo. Sin embargo, también requerirá un mayor multilateralismo, especialmente en los ámbitos de la salud y el clima. Si Europa quiere desempeñar un papel clave en la configuración del mundo posterior a la COVID-19, deberemos reforzar nuestra cohesión interna y colaborar más eficazmente con todas las regiones del planeta, más allá de nuestra vecindad inmediata.
«Si Europa quiere desempeñar un papel clave en la configuración del mundo posterior a la COVID-19, deberemos reforzar nuestra cohesión interna y colaborar más eficazmente con todas las regiones del planeta».
Para Enrico Letta, hemos podido llegar a un acuerdo sobre el plan Next Generation EU, que ha sido uno de los mayores logros de la Comisión Europea hasta la fecha tanto por el Brexit como por el cambio de actitud de Alemania hacia sus socios en comparación con la crisis financiera de 2008-2011. No obstante, para que podamos reforzar eficazmente la cohesión europea, mucho dependerá de la calidad de la ejecución de ese instrumento, especialmente en países como Italia y España: Como señaló Letta, ambos países recibirán casi el 40 % de la financiación de la UE con cargo a Next Generation EU. La fase de ejecución será decisiva para poder perpetuar este tipo de acción conjunta, que Letta considera indispensable, confiriéndole en el futuro una dimensión verdaderamente transnacional.
Continuamos el debate sobre la ejecución de Next Generation EU y lo que significa especialmente para España, con representantes de todas las instituciones interesadas, a saber: la Comisión Europea, la Presidencia del Gobierno español, el Parlamento Europeo y la Comunidad Autónoma de Cantabria. Los debates se centraron en el rigor indispensable en la ejecución de los proyectos financiados con cargo a Next Generation EU y en las reformas que deben llevarse a cabo en paralelo. Esta iniciativa no es solo una herramienta anticíclica para hacer frente a la pandemia, sino también y principalmente una forma de preparar el futuro, de «reconstruir a mejor».
«Next Generation EU no es solo una herramienta anticíclica para hacer frente a la pandemia, sino también una manera de preparar el futuro, de “reconstruir a mejor”».
Nuestros ponentes subrayaron la calidad del diálogo sobre este tema entre el Gobierno español y la Comisión Europea, así como las importantes diferencias a este respecto con lo ocurrido durante la crisis de la zona del euro hace diez años. Sin embargo, una cuestión importante sigue sin resolverse por el momento: ¿cómo deberían aplicarse las normas presupuestarias tras la crisis y cómo deberían evolucionar? Es verdad que las normas anteriores a la crisis se han vuelto inaplicables de hecho debido al nivel de deuda pública alcanzado. Tenemos que iniciar un debate abierto sobre este tema, que no será fácil, pero que es importante para el futuro de Europa.
No basta con fijar normas
En otra sesión, mi colega, el comisario Thierry Breton, presentó los retos relacionados con la autonomía estratégica de la UE en el ámbito de la tecnología y la actuación de la Comisión Europea en la materia. Debatimos este tema con expertos como Anu Bradford, autora del libro The Brussels effect. De hecho, debemos aprovechar nuestro poder como «organismo normativo», lo que sigue siendo una fortaleza fundamental de la UE. Sin embargo, los ponentes también insistieron en que debemos invertir mucho más de forma conjunta en el sector de la alta tecnología. Next Generation EU nos permitirá hacerlo.
«La UE es el interlocutor mundial que integra de forma más marcada los derechos humanos en su política exterior, y cuyas sanciones contra las personas y entidades implicadas en violaciones de los derechos humanos surten efectos reales».
A continuación debatimos la cuestión de los derechos humanos con Michelle Bachelet (Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos), que describió la difícil situación en este ámbito a escala mundial. La UE es sin duda el interlocutor mundial que integra de forma más clara los derechos humanos en su política exterior, y cuya capacidad para imponer sanciones a las personas y entidades implicadas en violaciones de los derechos humanos es importante y surte efectos reales, habiéndose reforzado aún más mediante la adopción en 2020 de un nuevo régimen universal de sanciones. Sin embargo, suelen seguir existiendo contradicciones entre los valores y los intereses de la UE. Los ponentes destacaron que esta cuestión sigue siendo difícil de gestionar en nuestras relaciones con las principales potencias mundiales, y sé bien de lo que hablo, ya que es una situación con la que me encuentro a diario en mi trabajo. Nadie hace más que la UE por defender los derechos humanos, pero existe una clara demanda de que hagamos aún más.
Derechos humanos y comercio
Hablamos de la manera de armonizar mejor nuestros intereses con nuestros valores. Ello puede ser especialmente necesario en el ámbito en el ámbito de los acuerdos comerciales, en los que la defensa de los derechos sociales y medioambientales a escala mundial contribuye a apoyar a nuestros propios productores. A este respecto, se destacó la importancia de la futura Directiva sobre la diligencia debida para las empresas multinacionales, que incitará a todos los agentes privados interesados a asumir sus responsabilidades en la materia. También tratamos la difícil cuestión del asilo y la migración, presentada por el filósofo político Saim Nair. Señalé que, por supuesto, debemos cumplir todas nuestras obligaciones en el ámbito del asilo, haciéndolo con la mayor humanidad posible y coordinando mejor nuestras actuaciones. Para poner en marcha un régimen de migración que funcione, debemos luchar contra los tratantes de seres humanos y también fomentar rutas de migración legal, además de aumentar nuestra inversión, cooperación y ayuda al desarrollo en colaboración con nuestros socios, especialmente en África.
«Para instaurar un régimen de migración que funcione, debemos estar seguros de luchar contra los tratantes de seres humanos, pero también fomentar rutas de migración legal, y aumentar nuestra inversión, cooperación y ayuda al desarrollo en colaboración con nuestros socios, especialmente en África».
También celebramos una sesión muy interesante dedicada al futuro del multilateralismo en un mundo más anárquico. La situación es ciertamente difícil a este respecto, pero es probable que las perspectivas sean menos sombrías de lo que parece, tal y como ha demostrado, por ejemplo, el acuerdo sobre la fiscalidad de las empresas multinacionales alcanzado en el marco de la OCDE y del G-20. La cuestión del cambio climático y la CdP 26 que se celebrará en Glasgow el próximo mes de noviembre serán decisivas a este respecto. Por supuesto, la UE seguirá haciendo valer toda su influencia para el refuerzo del multilateralismo y el fomento de la cooperación internacional.
También entablamos debates específicos sobre las relaciones de la UE con América Latina, que todavía no está suficientemente presente en la política exterior de la UE, y con los Estados Unidos, Rusia y China. Este último país fue objeto central de referencia en casi todas las sesiones. Es casi imposible resumir aquí todos estos debates o mencionar a todos los ponentes, por ejemplo, diputados europeos como Reinhard Bütikofer y profesionales y profesores como Ricardo Hausmann, Ivan Krastev, Andrey Kortunov, Alina Polyakova, Anne-Marie Slaugther y Carmen Claudin, por solo mencionar algunos.
Geopolítica de la pandemia
Como era de esperar, la geopolítica de la pandemia, la cuestión del acceso desigual a las vacunas y la eficacia del apoyo a los países menos desarrollados estuvieron muy presentes en todos los debates. Voces procedentes de Suramérica y África se quejaron de la gran diferencia entre los índices de vacunación de los países ricos y pobres. A este respecto, Europa está haciendo mucho, principalmente mediante la financiación de la iniciativa COVAX, pero nuestras actuaciones no suelen tener la misma visibilidad que las intervenciones directas como las de China y Rusia. La UE exportó la mitad de su producción de vacunas, pero es verdad que tenemos que donar más vacunas a países de renta baja, como ha propuesto recientemente la presidenta de la Comisión. No obstante, es importante tener presente que las vacunas adquiridas en común a través de la Comisión pertenecen a los Estados miembros y no a aquella. Para cualquier compromiso colectivo de donar una determinada cantidad de vacunas, corresponde a los Estados miembros decidir cuántas vacunas donan, a qué país y cuándo hacerlo.
Un debate franco y útil
En conclusión: el debate abierto y franco que mantuvimos la semana pasada sobre los principales retos geopolíticos para Europa, con un grupo de expertos altamente cualificado y un grupo muy motivado de participantes, fue una contribución útil y estimulante al debate sobre el futuro de Europa. Estoy muy agradecido a quienes lo hicieron posible.
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