Israel/Palestina después del alto el fuego: ¿qué debería hacer Europa?

22.5.2021 – Blog del AR/VP – Ayer se inició un alto el fuego entre Israel y Hamás después de once días de combates y un número inaceptable de víctimas civiles. Ahora debemos asegurarnos de que se aplique y, posteriormente, aprovecharlo para abordar el conflicto subyacente. La seguridad por sí sola no traerá la paz. Solo una solución política negociada aportará seguridad y paz a israelíes y palestinos.

«La seguridad por sí sola no traerá la paz. Solo una solución negociada aportará seguridad y paz a israelíes y palestinos.»

 

El inicio del alto el fuego es un paso muy positivo, que tiene lugar tras los llamamientos del secretario general de las Naciones Unidas, el presidente de los Estados Unidos y veintiséis de los veintisiete Estados miembros de la UE. Debería poner fin al horrible ciclo de violencia que hemos presenciado y que comenzó con enfrentamientos entre palestinos y la policía israelí en Jerusalén Este. La violencia ha provocado la muerte de más de doscientas personas en Gaza y Cisjordania, entre ellas muchas mujeres y niños, y de al menos diez personas en Israel, además de miles de heridos. Ahora hay que aprovechar esta oportunidad para construir una paz verdadera entre israelíes y palestinos.

El papel de la UE

Como Unión Europea, el conflicto nos afecta profundamente, en particular por los múltiples vínculos históricos que tenemos con Israel y Palestina. Durante esta crisis me he puesto en contacto de manera muy activa con todas las partes a fin de intentar reducir las tensiones y de promover el alto el fuego.

Dada la urgencia de la situación, convoqué una videoconferencia extraordinaria de los ministros de Asuntos Exteriores de la UE el 18 de mayo. Si bien debemos reconocer que existen matices entre las posiciones de los Estados miembros —y cualquier diferencia suele despertar el interés de los medios de comunicación—, veintiséis de los veintisiete Estados miembros compartieron una amplia interpretación común.

Al tratarse de una reunión informal, no hubo conclusiones escritas. Como he explicado a la prensa, desde mi punto de vista lo más destacado de este acuerdo general era la necesidad urgente de poner fin a la crisis mediante un alto el fuego (que ahora tenemos) que, además, debía aplicarse plenamente. También destacamos la necesidad de un acceso humanitario, condenamos enérgicamente los ataques con cohetes contra Israel por parte de Hamás y de otros grupos terroristas, reconocimos el derecho de Israel a la legítima defensa, pero también la necesidad de respetar la proporcionalidad y el Derecho internacional humanitario, lamentamos la inaceptable pérdida de vidas humanas, especialmente de mujeres y niños, en consonancia con las posiciones que la Unión Europea defiende desde hace tiempo sobre los asentamientos, recordamos la importancia de no proceder a los desahucios en Sheij Yarrah, Jerusalén Este, y, por último, pedimos que se respetara el estatuto de los Santos Lugares y se garantizara el derecho a la libertad de culto. Todo ello sigue siendo pertinente.

Más allá de la crisis: de un statu quo insostenible a una paz negociada

Sin embargo, el punto más importante que debatieron los ministros fue la necesidad de no solo poner fin a esta ola de violencia en «modo de gestión de crisis», sino de resolver realmente el conflicto

subyacente. Y es que, al fin y al cabo, solo una paz verdadera y una solución auténticamente política y negociada podrán aportar a Israel y a Palestina una seguridad verdadera. Es precisamente el hecho de que no se produjera ningún avance hacia la solución de dos Estados, que la comunidad internacional apoya desde hace tiempo, lo que en última instancia provocó el último recrudecimiento de la violencia.

La calma relativa que reinaba desde 2014 y los acuerdos alcanzados por Israel con varios países árabes en los últimos años, los denominados «acuerdos de Abraham», negociados por la administración Trump, pueden haber llevado a algunas personas en Israel a pensar que se había resuelto la cuestión palestina y que el statu quo podría mantenerse indefinidamente. Algunos defendieron incluso que el conflicto árabe-israelí estaba llegando a su fin. Pero nada de esto solucionó el conflicto israelo-palestino, que sigue siendo el núcleo del problema. Como ha escrito (enlace externo) mi amigo Shlomo Ben Ami, los acuerdos de Abraham crearon la impresión de que la causa palestina había muerto, expulsada de la escena internacional. Años antes, Shimon Peres, otro amigo mío, comentó que nunca habría imaginado que Rusia o China tendrían una embajada en Israel. Lo sorprendería aún más el nivel actual de reconocimiento internacional.

Hemos vivido años de «negociaciones del proceso de paz» que, sin embargo, no han resuelto el conflicto, ni han puesto fin a la expansión de los asentamientos en territorio palestino que, en la práctica, están socavando la solución respaldada por la comunidad internacional. En este contexto, una estrategia de «máxima seguridad» pareció funcionar, lo que llevó a algunos a afirmar que se había resuelto el problema palestino. Sin embargo, los enfrentamientos de las últimas semanas y, en particular, las tensiones que han surgido dentro del propio Israel, demuestran que no es así. Es más, la crisis muestra que el statu quo no es sostenible y que no hay alternativa a una paz negociada y aceptada por todas las partes.

Ahora que se ha establecido una tregua, algunos podrían verse tentados a «pasar a otra cosa» y dejar de lado las causas subyacentes del conflicto, lo que muy probablemente provocaría nuevos ciclos de violencia que no harían sino reforzar aún más a los extremistas. Existe una diferencia importante entre una forma de seguridad a corto plazo, obtenida principalmente a través de medios militares y tecnológicos, y una paz sostenible, fruto de un acuerdo. El precio de hacer reinar la seguridad sin una paz subyacente es demasiado alto y, de todos modos, no es una opción sostenible.

Los muros y las demás formas de separación nunca serán lo suficientemente altos. A fin de cuentas, solo puedes prosperar y vivir seguro si tu vecino también prospera y vive seguro. Como Yitzhak Rabin solía decir: «No construyes la paz con tus amigos, sino con tus enemigos».

Por eso debemos hacer todo lo posible para encontrar esa estrecha vía política: retomar unas negociaciones serias para una solución de dos Estados, sobre la base de los parámetros acordados a nivel internacional. Es la única manera de garantizar los derechos y la seguridad tanto de israelíes como de palestinos. Van a ser necesarias una gran perseverancia y muchas etapas para alcanzar este resultado, en particular unas elecciones palestinas y un acuerdo sobre la manera de acabar con el aislamiento de Gaza.

Este año celebraremos el 30.º aniversario de la Conferencia de Paz de Madrid, que puso en marcha el proceso conducente a los acuerdos de Oslo. Será una buena oportunidad para «reinternacionalizar» el conflicto israelo-palestino. Puede que no desempeñe el mismo papel estratégico central que en el

pasado, pero no por ello debemos, nosotros, europeos, olvidarnos de él y esperar a que ocurra una nueva tragedia.

Es cierto que todo esto ya lo hemos dicho muchas veces; este conflicto lleva décadas desafiando los esfuerzos internacionales en materia de establecimiento de la paz. Por lo tanto, hemos de demostrar que los escépticos se equivocan y actuar de manera muy concreta para contribuir a hacer realidad esta solución negociada.

No podemos permitirnos la situación de estancamiento que hemos vivido durante años. No cabe esperar que la UE vuelva a financiar la reconstrucción de Gaza sin perspectivas reales de que se va a solucionar verdaderamente el conflicto subyacente. Por supuesto, hay muchas razones para dudar de que «esta vez será diferente», pero tenemos el deber de intentarlo; seguir por el camino actual se traducirá sin duda en más ciclos de violencia.

Por eso haré todo lo que esté en mi mano para propiciar de nuevo las negociaciones y desarrollar medidas de fomento de la confianza. Estoy en contacto con los agentes clave de Israel, Palestina, Egipto, Jordania, Estados Unidos, etc. También lo está el representante especial de la UE, Sven Koopmans, que pronto viajará a la región. Del mismo modo, estamos trabajando para reactivar el Cuarteto para Oriente Próximo (Estados Unidos, Naciones Unidas, Rusia y la UE). Por último, pero no por ello menos importante, debemos intentar reforzar todo lo posible la unidad entre los Estados miembros de la UE.

 

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