Israel/Gaza: Speech by High Representative/Vice-President Josep Borrell at the EP plenary one year since Hamas terrorist attacks
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Opening remarks
Señora presidenta, Señoras y Señores diputados,
Anticipo que intervendré [en este debate] no solamente como vicepresidente de la Comisión [europea], sino también como alto representante encargado de la política exterior – a la que creo que debieran ustedes también haber invitado a este debate, porque se trata fundamentalmente de un tema de política exterior.
La presidenta del parlamento ya lo ha dicho antes – yo, dos días antes del ataque del 7 de octubre estaba en Kyiv, junto al barranco – tristemente célebre – de Babi Yar, asistiendo a un servicio religioso en la pequeña sinagoga, que está allí, encima del barranco, donde yacen sepultados unos 35.000 judíos liquidados por los nazis durante la segunda guerra mundial.
Dos días después me desperté con el anuncio de mi célula de crisis de que los kibutz en la frontera de Gaza estaban siendo atacados, en lo que ha sido sin duda la mayor tragedia para el Estado de Israel y para el pueblo judío desde el Holocausto – que tenía en ese barranco de Kyiv una de sus más crueles expresiones.
Siempre me ha parecido que el antisemitismo es la más perversa invención del ser humano – pretender que alguien merezca morir porque pertenece a una etnia determinada. Ese odio [está] anclado en la historia, hacia un pueblo que tanto ha sufrido. Me parece una de las peores perversiones de los que los humanos hemos sido capaces. Por lo tanto, tanta reparación merece el pueblo judío.
No voy a repetir lo que ha dicho la presidenta, porque ustedes quieren que hable de lo que pasó en el último año. No solo lo que pasó el 7 de octubre – que lo sabemos de sobra y lo hemos condenado y lo condenamos mil veces – sino lo que lo que pasó después, hasta hoy.
Desde el punto de vista del pueblo de Israel, voy a tomar las palabras del ex ministro de Defensa, el señor [Benny] Gantz, que dice en un artículo que no solamente hubo 1.200 [muertos y] 250 [rehenes]; no solamente [siguen] 100 todavía en cautividad. Inmediatamente después [vinieron] los ataques de Hezbolá en el Líbano, en el norte de Israel, que obligaron a 70.000 israelitas de abandonar sus casas, [dejando] 47 muertos. Y después, los ataques de Irán – primero el trece de abril y después el primero de octubre, que envió siete millones de israelíes fuera de sus casas refugiados en los refugios antiaéreos.
Esto es lo que pasó, desde el punto de vista de Israel. Nosotros hemos condenado desde el principio esos ataques terroristas. Hemos estado al lado de las familias de los rehenes. Yo mismo me he reunido cuatro veces con ellos, tres en Tel Aviv y recientemente en Nueva York. Ciertamente, la liberación de los rehenes es una condición incondicional, valga la redundancia, que debe tener lugar, lo hemos dicho desde el principio, sin ninguna condicionalidad y de forma inmediata.
También es verdad que de esta experiencia trágica se deduce que el pueblo de Israel no puede mirar a su futuro si no está seguro de que el 7 de octubre no se repetirá más, nunca más.
Como digo, desde el principio hemos condenado esos atentados. [También] hemos condenado toda la oleada de antisemitismo que se ha producido. No debemos banalizar la palabra “antisemita”. Porque de la misma manera que hay que repudiarla completamente, porque ningún judío tiene que sufrir las consecuencias de las decisiones del Gobierno de Israel, tampoco se puede aplicar esta palabra a los que critican o criticamos las decisiones de este Gobierno.
Un gobierno que tiene todo el derecho a defender a su pueblo, pero el derecho a la autodefensa, que tiene cualquier gobierno frente a un ataque, tiene también sus límites. Desgraciadamente hoy, cuando hablamos de lo que pasó desde el 7 de octubre, no podemos no ver las otras tragedias y horrores que se han producido. Desgraciadamente, hoy la perspectiva de un alto el fuego parece desaparecer. Probablemente porque el ‘día después’, del que tanto hemos hablado, no es el día de la paz, sino el ‘día de la expansión’ en toda la región de una guerra que afecta al Líbano - pero de la que hablaremos mañana en otro debate que ustedes han convocado.
En una guerra no hay ni buenas ni malas víctimas, hay simplemente víctimas civiles. Víctimas civiles, sean israelitas o sean palestinos. Y todas las víctimas son iguales. Igual que lloramos sobre la suerte de los que fueron brutalmente asesinados el día 7 de octubre, también tenemos que considerar lo que ha ocurrido, lo que está ocurriendo en Gaza, donde más de 40.000 palestinos han muerto bajo las bombas o de enfermedades o de las dramáticas circunstancias en las que vive esa población, y [donde otros] 97.000 [palestinos han sido] heridos, según las últimas cifras del 6 de octubre del Ministerio de Salud de Gaza. Como les digo, no hay ni buenas ni malas víctimas, solamente hay víctimas civiles, víctimas inocentes, que son víctimas colaterales de la guerra.
Desgraciadamente, los niños son las víctimas más frecuentes de la guerra en Gaza – de la que tampoco les voy a dar más detalles de los que ustedes ya saben. Desgraciadamente, hoy la ayuda humanitaria está en mínimos. Solamente 17 camiones por día han sido detectados atravesando Kerem Shalom y 6 vía Shechem.
Sí, allí hay otro grave problema humanitario. Un problema humanitario que también ha merecido por parte de la Unión Europea una ayuda importantísima. Somos los principales proveedores de ayuda, con más de 330 millones [de euros] en los años 2023 y 2024. [Contamos] con más de 60 vuelos de nuestro puente aéreo de ayuda humanitaria, habiendo activado nuestra unidad de Protección Civil más de 10 veces desde el 7 de octubre. Junto con los Estados miembros, somos los mayores donantes de ayuda humanitaria a Gaza. Sin embargo, el problema hoy en día no es ya solo la continuación de la guerra, y la ayuda humanitaria que se puede prestar, sino la falta de perspectiva política.
Como tengo poco tiempo, permítanme que me concentre en este problema: la falta de perspectiva política para resolver este conflicto. Por una parte, está el derecho a la defensa de Israel; por otra parte, están los límites a este derecho, [provinientes] de las consecuencias humanitarias de su ejercicio; por otra parte, está la ayuda humanitaria a las víctimas de la guerra; por otra parte, está la solución política al conflicto; y, por otra parte, está evitar que la guerra se extienda al conjunto de la región. Estos son los cinco vectores, los cinco vértices del polígono dentro del cual se ha estado moviendo la política exterior de la Unión. No siempre con una gran unidad entre los Estados Miembros, porque, como ustedes saben, hay diferentes posiciones sobre cada uno de estos cinco vértices.
Del Líbano hablaremos mañana, pero, hoy, déjenme que les diga que las perspectivas políticas para resolver el conflicto que arrasa de nuevo esta Tierra Santa tantas veces prometida – esa estrecha banda de terreno dentro de la cual las tres religiones monoteístas han batallado tanto, y donde ahora dos pueblos se la disputan desde hace muchos años – esa perspectiva política parece haber desaparecido en medio de la tragedia que se vive. Nunca como ahora se había hablado tanto del conflicto Israel-Palestina, pero quizá nunca con tan poca perspectiva de una solución política.
La tragedia es que todos sabemos bien cuáles son los parámetros para resolver este conflicto. La comunidad internacional se ha pronunciado muchas veces de una forma muy mayoritaria: la construcción de un Estado para cada uno de los dos pueblos.
Uno ya lo tiene, un Estado democrático y fuerte, dotado de una enorme capacidad militar y económica. El otro no existe. La comunidad internacional pretende construirlo. Pero la tragedia es que esta solución – la única que conocemos para intentar construir la paz – no tiene el apoyo de una de las partes más importantes del problema, que es el actual Gobierno de Israel.
La tragedia es que Europa está profundamente ausente de este conflicto, probablemente debido a que estamos – los Estados miembros, que son los que dictan la política exterior – profundamente divididos. Somos el primer donante de la Autoridad Palestina. Somos el primer donante de ayuda humanitaria a Gaza. Sin embargo, cuando llega el momento de votar en las Naciones Unidas, unos votamos a favor, otros en contra y otros nos abstenemos, en casi todas las votaciones.
No percibimos de igual manera el horror de lo que ocurre en Gaza o en el West Bank. No lo percibimos de igual manera, a pesar de que nosotros, los europeos, fuimos los que inventamos los dos Estados en 1980 - 1980, hace de esto 44 años, en la Declaración de Venecia, inspirada por el presidente [Valéry] Giscard d'Estaing [ex presidente de la República Francesa].
La tragedia es que todos decimos que hay demasiados muertos. Pero los muertos siguen aumentando. Por eso es tan importante tomas de posición como la que ha tomado recientemente el presidente de la República Francesa [Emmanuel Macron], que está sometida a amplio debate.
Por eso es tan importante también señalar la importancia de lo que está haciendo UNRWA [Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo]. Por cierto, estos días del Parlamento israelí ha votado a favor de que se le declare organización terrorista y que se le retire toda forma de participar en la ayuda al pueblo palestino que vive en Gaza o en Cisjordania.
El Parlamento Europeo también tendrá que debatir sobre esta cuestión y cuál es la ayuda que creen que debemos dar a UNRWA desde el presupuesto comunitario.
Finalmente, creo que hay que hacer un gran esfuerzo de dialogo entre las sociedades civiles de Israel y Palestina.
Sé que eso puede parecer ridículo, extraño, en un momento en que el rencor y el odio dominan cualquier otro sentimiento. Que puede parecer iluso pensar que, después de tanto enfrentamiento, de tanto dolor y tanto odio, se pueda intentar construir puentes entre esos dos pueblos.
Nosotros lo hemos intentado, hemos convocado tres encuentros entre unos y otros y el día 27 de octubre lo haremos de nuevo en Barcelona, en los márgenes de la Unión por el Mediterráneo.
Creo que hay que dar una esperanza a la paz. Sí, seguramente estas palabras puedan parecerle a algunos extrañas o ridículas en las actuales circunstancias. Pero creo que esta es la responsabilidad de Europa: abrir una esperanza a la paz, que solo puede provenir del diálogo y del acuerdo.
Hemos de pasar del mutuo rechazo al mutuo reconocimiento. Permítanme que acuñe esta frase: del mutuo rechazo al mutuo reconocimiento.
Si alguien cree que eso no es posible, entonces tiene la obligación de presentar otra solución. ¿Si esta solución no es posible, entonces cuál es la solución? Porque alguna solución tiene que haber, si no queremos que, generación tras generación, funeral tras funeral, sigamos asistiendo a la tragedia de esta maldita Tierra Santa.
Muchas gracias.
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Closing remarks
Muchas gracias, señora presidenta. Muchas gracias, señoras y señores diputados por este debate, que ha puesto de manifiesto cuán enconadas y diferentes son las posiciones.
Como les decía, uno de los dramas que se vive hoy en ese conflicto es la total falta de empatía por el dolor del otro. El dolor del otro; es tan grande el tuyo que no reconoces el del otro. El israelita ha pasado a ser judío, el palestino ha pasado a ser el árabe. Los epítetos de ‘antimusulmán’ y ‘antisemita’ se intercambian de un lado y del otro, con total virulencia.
Fíjense; aquí donde los que aquí estamos, no nos han matado a nadie de la familia, no nos han destruido la casa, no hemos perdido nuestros amigos, nuestra familia, no nos hemos visto envueltos en la espiral de la violencia, simplemente lo observamos. Si aquí es tan difícil hacer un esfuerzo para entender las posiciones del otro, imaginen lo que tiene que ser en Oriente Medio, donde tanta sangre ha corrido y tanto odio se ha creado – de un lado y del otro – en esa espiral de violencia. Que, como en todas las espirales, si no se le pone coto, se va al infinito. Si aquí nosotros no somos capaces de hacer un esfuerzo para entender lo que está ocurriendo y las razones del otro, ¿cómo se puede ver desde el otro lado?
Les recomiendo un libro magnífico que se llama “La visión del otro”, donde escritores israelitas y palestinos comentan cada uno de los momentos históricos que, desde 1948, nos han llevado hasta aquí. Si hay esa falta total de empatía entre, como digo, personas instaladas en el bienestar y que no han sufrido ninguna de las consecuencias del conflicto, ¿cómo podemos esperar que del otro lado lo haya?
Sin embargo, nuestra tarea es intentar dar una esperanza a la paz. Permítanme que lo repita: give hope to the peace. No, no estoy manipulando el título de una vieja canción de los Beatles, estoy simplemente diciendo que de esto se trata: de buscar la paz allí donde solo hay odio; de tender lazos entre dos pueblos que, desde hace 100 años, están luchando por la misma tierra y que no tienen otra solución más que compartirla; de pasar del mutuo denial, al mutuo reconocimiento. No será con las posiciones que he oído yo, hoy aquí, que lo vamos a construir. Yo les pido a todos que hagamos un esfuerzo para intentar abrir una esperanza a la paz.
Yendo más a lo concreto, alguien me ha preguntado qué había hecho yo antes del 7 de octubre. Mire, yo he sido el alto representante que ha retomado las reuniones del Consejo de Asociación con Israel, que estaban suspendidas desde hace muchos años. Se decidió suspenderlas cuando yo no había llegado todavía a Bruselas, por un desacuerdo con el Gobierno de Israel acerca de la expansión de las colonias en Cisjordania. Yo las retomé, porque pensé que tantos años sin hablarnos no conducía a nada, y más valía que nos sentáramos de nuevo y nos habláramos. Eso fue lo que hice con el Gobierno anterior a Netanyahu.
También he sido el alto representante que ha invitado al ministro de asuntos exteriores del actual Gobierno de Israel a venir al Consejo de asuntos exteriores a explicarse. Debo decir que la explicación no fue especialmente ilustrativa, pero tomamos la iniciativa de hacerlo.
Antes de que estallara el 7 de octubre recuerdo que todo el mundo decía: “el Medio Oriente nunca ha estado tan pacífico y tranquilo”. El secretario para la seguridad nacional de Estados Unidos usaba estas palabras dos semanas antes de que explotara el 7 de octubre: “Middle East has never been so quiet. Why to worry?
“Con los acuerdos de Abraham estamos haciendo la paz entre Israel y los países árabes”. Sí, pero no con los palestinos. Como si ese problema se pudiera encapsular y negar su existencia. Como si haciendo la paz con los vecinos se hiciera también la paz con los que viven dentro de las fronteras – en territorios, por cierto, ocupados. Ocupados ilegalmente.
¿No podemos al menos reconocer esto? ¿O es que eso también merece el calificativo de antisemita? Por decir lo que dicen todas las resoluciones de las Naciones Unidas. Eso también forma parte del problema, señorías.
Yendo más a lo concreto. Alguien ha dicho aquí que con los fondos europeos alimentamos las cajas de Hamás.
Ha sido usted, señor [Jordan] Bardella, y otros. Espero que tenga usted prueba de esta afirmación, porque la política no consiste en difamar. Consiste en argumentar. Si usted tiene la más ligera prueba de que los fondos europeos alimentan las cajas de Hamás, yo como vicepresidente de la Comisión Europea, le exijo que las presente. Si no las presenta, que retire sus palabras. Sí, señor Bardella. La política no consiste en el insulto y en la calumnia.
Espero que mañana las traiga, porque nosotros en la Comisión Europea, tan pronto como se produjeron los ataques terroristas, se tomó la decisión de investigar a donde iban los fondos europeos. Se encargaron auditorías. Durante meses eso se estudió, por iniciativa del Comisario en cargo de las relaciones con Israel y la Autoridad Palestina. Después de meses de investigación, los informes que recibimos es que no había rastro de que estos fondos europeos fuesen a pasar a Hamás.
Los auditores deben ser más tontos que usted, señor Bardella. Deben tener menos información, o quizás son menos ligeros de palabra. O sea, que venga, tráeme las pruebas mañana. Vamos, las traerá, ¿verdad? Sí, sí, sí, pues le espero mañana. Le espero mañana, señor Bardella, y si no las trae, espero también que retire su acusación.
A todos los que han lanzado esta acusación, yo les pido simplemente que aporten pruebas. Porque, ¿sabe usted qué? Habría mucho que hablar sobre quién ha ayudado a la financiación de Hamás. Mucho que hablar. Pero usted ha lanzado una acusación y yo le pido que la substancie.
En todo lo demás, claro que estamos de acuerdo en condenar al antisemitismo. Lo he dicho desde mis primeras palabras. No hay una idea más perversa y malvada en la historia de la humanidad que pretender que un ser humano merezca lo peor, incluso la muerte, porque pertenezca a una etnia, a una raza, a una colectividad humana. Sin embargo, esto se ha transmitido por siglos y siglos. Sí, el pueblo de judío ha recibido la peor de las persecuciones.
Pero Israel es un Estado democrático. No podemos, ni de lejos, pretender que un Estado democrático se comporte, por supuesto que no, como una organización a la que nosotros hemos calificado como organización terrorista: Hamás y el brazo militar de Hezbollah.
La verdad, señorías, es que yo solamente les puedo repetir lo mismo: hay que abrir una puerta a la esperanza para construir la paz. La primera cosa para hacerlo es un alto el fuego en toda la región, en todos los frentes de la región, para la liberación de los de los hostages, de los rehenes, y para aumentar la ayuda humanitaria masivamente, también al Líbano.
Del Líbano hablaremos mañana, pero también es ahora un momento para resolver el proceso político en el Líbano y organizar esta conferencia humanitaria que el presidente Macron ha llamado a realizar.
Es el momento de empezar con el alto el fuego y buscar después una solución política, que, como he dicho antes – y nadie ha presentado otra – solo se puede basar en una partición de la tierra por la que esos dos pueblos luchan.
El Estado de Israel fue creado por una resolución de las Naciones Unidas. Y, hoy, el territorio palestino está reducido a un archipiélago. ¿Saben lo que es un archipiélago? Es un conjunto de islas. Es un conjunto de islas en medio de un mar y no comunicadas. Si queremos construir un Estado, la verdad es que tenemos un pequeño problema de definición del territorio de este Estado.
Tenemos este y otros muchos problemas, pero hoy aquí nadie ha planteado ninguna otra solución que no sea abordar esta por difícil que sea. Y, como a mí no me toca declamar, sino que me toca construir, vamos a seguir buscando la paz, a través de establecer entre los pueblos enfrentados un diálogo que les permita llegar al mutuo reconocimiento. A eso les invito, señoras y señores diputados.
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