Ha llegado el momento de salvar el acuerdo nuclear con Irán

Hace siete años, los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, Alemania, Irán y la Alta Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad celebraron un acuerdo diplomático histórico. El Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC) fue el resultado de más de una década de intensa diplomacia en torno al programa nuclear de Irán y obtuvo el respaldo unánime del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Para celebrar el acuerdo en 2015 se requirió una férrea voluntad política, especialmente en los últimos meses de las negociaciones.
Me enorgullece el papel que desempeñaron los europeos para facilitar el acuerdo nuclear. Los contactos diplomáticos europeos se remontan a 2003, cuando por primera vez los ministros de Asuntos Exteriores de Francia, Alemania y el Reino Unido viajaron a Teherán para debatir con Irán sobre intereses nucleares. Mi amigo, y a la sazón alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Javier Solana, se les unió en 2004. En 2006 consiguió que todos los miembros del Consejo de Seguridad apoyaran estas gestiones. Nuestro objetivo siempre fue llegar a un acuerdo que redundara en interés de todos: en interés de Europa, en interés de Irán y en interés de la comunidad internacional. Y eso fue lo que entre todos conseguimos. Celebramos el PAIC en julio de 2015, lo aplicamos y lo preservamos.
El acuerdo aseguraba unos límites estrictos a las actividades nucleares de Irán y consiguió el régimen de control e inspección más amplio jamás implantado por el Organismo Internacional de Energía Atómica.
El acuerdo aseguraba unos límites estrictos a las actividades nucleares de Irán y consiguió el régimen de control e inspección más amplio jamás implantado por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). La entrada en vigor del PAIC trajo consigo una reducción espectacular de las reservas de uranio enriquecido de Irán, del 98 %, y la eliminación de miles de centrifugadoras. Además, la aplicación provisional por parte de Irán del protocolo adicional del OIEA y de las demás disposiciones sobre transparencia del PAIC permitía que el OIEA pudiera inspeccionar en cualquier momento cualquier emplazamiento en Irán que deseara inspeccionar. Con la restauración del PAIC volverían a entrar en vigor todas las limitaciones al programa nuclear iraní. En contrapartida, abría la perspectiva de beneficiarse económicamente del levantamiento de las sanciones impuestas a Irán por los Estados Unidos, la UE y las Naciones Unidas.
La decisión de Donald Trump en 2018 de retirar del acuerdo a los Estados Unidos y de llevar a cabo una campaña unilateral de «presión máxima» perjudicó gravemente la plena ejecución del acuerdo. La UE y todos los demás participantes en el PAIC dejamos muy claro hasta qué punto desaprobábamos la retirada de los Estados Unidos y el restablecimiento de las sanciones; y lo hicimos de forma pública, individual, colectiva y multilateral, ante las Naciones Unidas. Por su parte, Irán ha ido aumentando su actividad nuclear hasta niveles alarmantes. Lamentablemente, también ha limitado la supervisión del OIEA y ha dejado de cooperar plenamente con este organismo, sustrayéndose al compromiso fundamental de control. La «presión máxima» ha fracasado, ya que la unidad homogénea del resto de los participantes ha mantenido vivo el acuerdo. Ahora es más importante que nunca seguir haciéndolo.
Ahora es más importante que nunca seguir haciéndolo.
A pesar de los enormes esfuerzos de los demás participantes, en particular del INSTEX, el sistema europeo único y voluntario destinado a facilitar el comercio legítimo con Irán, la salida de los Estados Unidos redujo drásticamente los beneficios económicos que Irán esperaba, razón por la cual el acuerdo nunca pudo desarrollar todo su potencial. Al mismo tiempo, se privó a la población iraní de todos los beneficios que conllevaba el levantamiento de las sanciones. La economía iraní ha sufrido, y ha sufrido sobre todo el pueblo iraní. Lo reconocemos sin ambages.
Para invertir esta peligrosa escalada, en mi calidad de coordinador del PAIC y basándome en el mandato de la Resolución 2231 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, aproveché el impulso político de un nuevo Gobierno estadounidense para poner en marcha, en abril de 2021, un proceso diplomático que implicaba a los participantes en el PAIC y a los Estados Unidos. El objetivo era facilitar el regreso de los Estados Unidos al acuerdo y la plena aplicación por parte de los Estados Unidos y de Irán de sus compromisos en virtud del PAIC.
Tras las seis primeras rondas de negociación, que transcurrieron hasta junio de 2021, las reuniones de Viena se suspendieron hasta finales de noviembre de 2021 a fin de dar al presidente y al Gobierno iraníes recientemente elegidos la oportunidad de determinar sus posiciones y sus equipos de negociación. Aunque las dos siguientes rondas de negociación —la séptima y la octava— se han basado en el importante trabajo realizado durante el verano de 2021, han ido más allá al tratar de encontrar soluciones a intereses y peticiones específicos. Ha sido una labor extremadamente detallada y compleja que han llevado adelante con enorme dedicación los equipos de negociación de todas las partes, en el marco único e histórico que tan generosamente han proporcionado las autoridades austriacas. También ha habido una sensación permanente de premura de tiempo, encuadrada entre los constantes avances del programa nuclear iraní y el riesgo de que la restauración del PAIC pudiera perder su valor original de no proliferación.
Se ha agotado el margen para más compromisos manifiestos.
Tras quince meses de negociaciones intensas y constructivas en Viena y de innumerables interacciones con los participantes en el PAIC y los Estados Unidos, he llegado a la conclusión de que se ha agotado el margen para más compromisos manifiestos.
Ahora he puesto sobre la mesa un texto que trata con todo detalle el levantamiento de las sanciones y las etapas en el ámbito nuclear necesarias para restaurar el PAIC. Este texto representa el mejor acuerdo posible que personalmente, como facilitador de las negociaciones, considero factible. No es un acuerdo perfecto, pero sí trata todos los elementos esenciales e incluye compromisos que ha costado mucho obtener de todas las partes. Hay que tomar decisiones ya, para aprovechar esta oportunidad única de lograrlo y de liberar el gran potencial de un acuerdo plenamente aplicado. No veo ninguna otra alternativa global o efectiva a nuestro alcance.
Sabemos que Washington sigue polarizando políticamente el PAIC a medida que se aproximan las elecciones de mitad de mandato. Es posible que el acuerdo no haya tratado todas las preocupaciones de los Estados Unidos con respecto a Irán. La UE comparte intereses que van más allá de la cuestión nuclear, como los derechos humanos y las actividades de Irán en la región; los tratamos constantemente con Irán en conversaciones bilaterales. El PAIC no las trataba, y nunca se esperó que lo hiciera, pero tenía la virtud de establecer el desmantelamiento del programa nuclear iraní, que previamente se había ampliado, y su apertura a la estricta supervisión y las estrictas inspecciones del OIEA. Esto lo convierte en la piedra angular de la arquitectura mundial de la no proliferación. La restauración de la plena aplicación del acuerdo puede volver a aportar esos beneficios, en particular mediante estrictas limitaciones de la capacidad de enriquecimiento de uranio de Irán y una estrecha supervisión por parte del OIEA. Además puede contribuir a favorecer en la región una dinámica de seguridad más cooperativa, creando un impulso positivo para fomentar la confianza.
Sabemos también que Teherán alberga fuertes reservas en cuanto a la plena aplicación de un acuerdo tras la experiencia negativa de los últimos años. El acuerdo que está sobre la mesa refleja, en cualquier caso, la determinación de todos los participantes en el PAIC de asegurar su sostenibilidad, en particular el compromiso del presidente Joe Biden y las garantías de los Estados Unidos al respecto. Por consiguiente, el acuerdo está mejor protegido frente a posibles medidas unilaterales para socavarlo.
La celebración de un acuerdo ahora generará importantes dividendos económicos y financieros y reforzará la seguridad regional y mundial.
Cada día sin acuerdo en Viena se posponen los beneficios económicos concretos para el pueblo iraní que reporta el levantamiento sustancial de las sanciones estadounidenses, además de los beneficios que reporta la no proliferación para el mundo. La celebración de un acuerdo ahora generará importantes dividendos económicos y financieros y reforzará la seguridad regional y mundial. Rechazarlo asegura una pérdida de ambas ganancias, y quién sabe durante cuánto tiempo. Ha llegado el momento de tomar rápidamente decisiones políticas para concluir las negociaciones de Viena a partir del texto propuesto y volver de inmediato a un PAIC plenamente aplicado.
El acuerdo sirve a la causa de la no proliferación a cambio del levantamiento de las sanciones, lo que demuestra que en tiempos turbulentos sigue siendo posible llegar a acuerdos internacionales equilibrados. Si se rechaza el acuerdo nos arriesgamos a una peligrosa crisis nuclear, frente a la perspectiva de un mayor aislamiento de Irán y de su población. Concluir el acuerdo es nuestra responsabilidad conjunta.
MORE FROM THE BLOG

"Una ventana al mundo" - Blog del Alto Representante de la UE / Vicepresidente de la Comisión Europea Josep Borrell
Blog de Josep Borrell sobre sus actividades y la política exterior europea. También puede encontrar aquí entrevistas, artículos de opinión, discursos seleccionados y vídeos.