Política comercial: una palanca de la UE como actor geopolítico mundial

10/03/2021 — Blog del AR/VP — El vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis, ha presentado recientemente al colegio de comisarios la nueva estrategia comercial de la UE. La política comercial de la Unión puede ser un importante instrumento de política exterior: debemos aprovechar nuestro poder comercial para promover los intereses y valores de la UE y construir una globalización más justa y sostenible.

 

El 17 de febrero, la Comisión Europea aprobó la nueva estrategia comercial de la UE, elaborada por mi colega Valdis Dombrovskis (vicepresidente ejecutivo y responsable de Comercio), en cooperación con el Servicio Europeo de Acción Exterior. Se basa en el concepto de «autonomía estratégica abierta», según el cual debemos aprovechar al máximo la apertura tradicional y el compromiso internacional de la UE, pero también estar preparados para hacer respetar los derechos de la UE y proteger a nuestros trabajadores, empresas y ciudadanos cuando otros no cumplan las normas.

 

«En el ámbito del comercio, la UE puede tomar decisiones rápidas y tiene mucha influencia. La cuestión es: ¿para qué quiere utilizarla?»

 

La política comercial de la UE es uno de nuestros instrumentos más importantes para apoyar los intereses y valores estratégicos europeos en todo el mundo. ¿Por qué? Porque el tamaño es importante. La Unión sigue siendo uno de los principales agentes comerciales y de inversión del mundo. Es el mayor operador en el comercio mundial de bienes y servicios agrícolas y manufacturados y ocupa el primer puesto tanto en la inversión extranjera directa, tanto en la recibida como en la emitida. La UE tiene la mayor red de acuerdos comerciales del mundo. En materia comercial, la Unión habla con una sola voz porque la política comercial es competencia exclusiva de la Comisión Europea. Las decisiones en este ámbito requieren una mayoría cualificada de Estados miembros en lugar de la unanimidad, como es el caso en la política exterior y de seguridad. Así pues, en cuestiones comerciales, la UE puede tomar decisiones rápidas y tiene mucha influencia. La cuestión es: ¿para qué quiere utilizarla?

El mundo ha cambiado mucho desde la anterior estrategia comercial de la UE en 2015. El auge de las cadenas de valor mundiales ha dejado atrás a personas y comunidades y ha aumentado la desigualdad dentro de los países. Ha dado lugar a una creciente crítica a la globalización. Hemos asistido también a la erosión del sistema multilateral debido a la rivalidad entre las grandes potencias y al nacionalismo competitivo, con una crisis agravada en la Organización Mundial del Comercio (OMC) y una «guerra comercial» entre Estados Unidos y China. En este nuevo orden mundial multipolar, el comercio se ha ido militarizando cada vez más como herramienta para la proyección de poder y para generar redes de dependencias.

Durante la última década, el crecimiento de China ha sido sin duda impresionante, pero su economía no se ha convertido en una economía de mercado real como consecuencia de su pertenencia a la OMC. China no ha abierto su mercado interior de manera acorde con su peso en la economía mundial. Tampoco ha cumplido todos los compromisos que asumió cuando se adhirió a la OMC, por ejemplo, en materia de contratación pública. Además, las normas actuales de la OMC no son adecuadas para abordar cuestiones clave relativas a China, como el capitalismo de Estado, los derechos de propiedad y su permanente clasificación como «país en desarrollo», que no se corresponde con su avanzado desarrollo tecnológico.

Pero los problemas de la OMC van más allá de China. De hecho, la OMC está atravesando su crisis más profunda. Sus funciones fundamentales (la negociación de acuerdos de liberalización del comercio, el seguimiento de las políticas comerciales de los miembros y la resolución vinculante de litigios comerciales) se encuentran actualmente bloqueadas o resultan ineficaces. La organización necesita reformas estructurales y encontrar formas de apoyar la recuperación económica global frente a la pandemia, haciendo frente al mismo tiempo a los retos de la sostenibilidad y la digitalización.

 

«En la UE creemos que la economía mundial necesita un sistema comercial multilateral estable y predecible basado en normas»

 

En la UE creemos que la economía mundial necesita un sistema comercial multilateral estable y predecible basado en normas. Por ello necesitamos un nuevo consenso para actualizar el código normativo de la OMC. Será una tarea difícil, dada la divergencia de opiniones entre los principales agentes. Sin embargo, el importante cambio de actitud del nuevo gobierno estadounidense y la reciente designación de Ngozi Okonjo-Iweala como nueva directora general de la OMC aportan cierta esperanza.

En cualquier caso, la UE ha sido y seguirá siendo un defensor de la apertura y la cooperación mundial. Seguiremos forjando soluciones basadas en un marco comercial global modernizado y basado en normas. Colaboraremos con países afines para llevar a cabo una sólida agenda medioambiental en la OMC y trabajaremos para garantizar que las políticas y prácticas comerciales contribuyan al trabajo digno y a la justicia social en todo el mundo. También seguiremos impulsando la creación de un instrumento de contratación pública internacional que equilibre las condiciones de competencia en los mercados de contratación pública.

 

«La UE debe dotarse, al mismo tiempo, de los instrumentos comerciales necesarios para operar en un entorno de feroz competencia internacional y defenderse con firmeza frente a las prácticas comerciales desleales»

 

Pero la UE debe dotarse, al mismo tiempo, de los instrumentos comerciales necesarios para operar en un entorno de feroz competencia internacional y defenderse con firmeza frente a las prácticas comerciales desleales. Para reforzar nuestro arsenal defensivo, la Comisión propondrá nuevos instrumentos jurídicos para hacer un mejor seguimiento y planteamiento de las distorsiones causadas por las subvenciones extranjeras en el mercado interior de la UE y protegernos de posibles acciones coercitivas de terceros países. También estamos trabajando en una estrategia de la UE sobre los créditos a la exportación y en una nueva legislación de diligencia debida para que las empresas apoyen los derechos humanos y laborales en todo el mundo y luchen contra el trabajo forzoso.

Por lo que se refiere a los acuerdos comerciales, no basta con promesas solemnes sobre el papel: es necesario cumplir los compromisos. Necesitamos, ciertamente, prestar mayor atención a la aplicación de los acuerdos comerciales bilaterales vigentes, de modo que las empresas, los agricultores y los trabajadores europeos puedan beneficiarse, en la medida de lo posible, de los derechos que se han negociado y acordado en los 46 acuerdos bilaterales que la UE ha firmado con 78 socios de todo el mundo.

Por lo que respecta a nuestra agenda comercial bilateral, las relaciones comerciales UE-EE.UU. seguirán desempeñando un papel centralQueremos reactivar la relación transatlántica fundamental y hemos propuesto al gobierno de Biden una nueva «Agenda Transatlántica para el Cambio Global». La participación del Secretario de Estado Antony Blinken en el Consejo de Asuntos Exteriores de febrero ya demostró el compromiso compartido de elaborar una agenda común sobre todas las cuestiones estratégicas, incluidos el comercio y la tecnología. El acuerdo de la semana pasada entre la UE y los Estados Unidos para suspender todos los aranceles punitivos a las exportaciones impuestos en los litigios de Airbus y Boeing constituye un importante paso adelante en esa dirección.

Queremos resolver rápidamente nuestras diferencias comerciales con los Estados Unidos para allanar el camino a una cooperación estratégica en la reforma de la OMC. Tenemos también la intención de colaborar con los Estados Unidos y otros socios para establecer las normas adecuadas para el comercio digital, evitando el proteccionismo digital. Hemos de establecer normas para las nuevas tecnologías emergentes y garantizar que estas normas reflejen nuestros valores y, en particular, la estricta normativa de privacidad de la UE en virtud del Reglamento general de protección de datos. A tal fin, hemos propuesto crear un Consejo de Comercio y Tecnología UE-EE.UU. Y esperamos también trabajar estrechamente con los EE.UU. y otros socios afines en materia de derechos humanos, trabajo infantil y trabajo forzoso.

 

«Es prioritario establecer una relación económica con China más equilibrada y basada en normas»

 

Las relaciones comerciales y de inversión entre la UE y China son importantes y difíciles. Es prioritario establecer una relación económica con China más equilibrada y basada en normas, y la reciente conclusión política de las negociaciones sobre un acuerdo global de inversiones puede ser un paso en esta dirección, siempre que se garantice la plena aplicación de los compromisos asumidos por China.

El acuerdo global de inversiones UE-China es un acuerdo de reequilibrio y convergencia. Dado que el mercado chino es más cerrado que el europeo, era importante que Europa obtuviera un mayor acceso a este mercado. Y lo hemos logrado en los sectores manufacturero, del automóvil, de los servicios financieros, de la sanidad, de las telecomunicaciones y del transporte marítimo. La UE está consiguiendo a través del acuerdo lo que los Estados Unidos pudieron alcanzar en el marco de la primera fase del acuerdo Estados Unidos-China de principios de 2020. En otros ámbitos, como el de las subvenciones, hemos obtenido más que los Estados Unidos. Dado que estos beneficios se basan principalmente en la cláusula de «nación más favorecida», estarán también a disposición de todos los socios comerciales de China.

El acuerdo global de inversiones eleva, además, el listón de los compromisos internacionales de China en los ámbitos del desarrollo sostenible y la igualdad de condiciones. Incluye obligaciones relacionadas con empresas estatales, transferencias forzosas de tecnología y normas de transparencia mejoradas para las subvenciones. El acuerdo permitirá a la UE recabar más información sobre el comportamiento de las empresas estatales y los niveles de subvenciones en China. Puede contribuir a actualizar el código normativo de la OMC y a la revitalización de la cooperación económica mundial. Tenemos que trabajar con China, manteniendo al mismo tiempo los ojos bien abiertos.

Más allá de los Estados Unidos y China, la nueva estrategia comercial de la UE se centra en nuestros países vecinos, incluidos los países candidatos a la adhesión, y África. Nuestra voluntad de reforzar nuestra «autonomía estratégica» y reducir nuestra dependencia económica de los países lejanos pasa por desarrollar nuestros vínculos comerciales y de inversión con ellos y por integrar mejor a nuestros socios de estas regiones en las cadenas de suministro de la UE. Nuestra estrategia forma parte, por ejemplo, de la nueva asociación meridional que proponemos a nuestros vecinos de la región mediterránea.

Con Asia y el Pacífico, de donde vendrá una gran parte del crecimiento económico mundial, intentaremos consolidar nuestras asociaciones y mejorar el comercio y la inversión, reafirmando nuestro compromiso de celebrar una serie de acuerdos de libre comercio con socios de la región. Nuestra nueva asociación estratégica con la ASEAN debería ayudarnos a implicarnos más activamente en esa dirección.

En cuanto a América Latina, tenemos la intención de crear las condiciones adecuadas para concluir las negociaciones con Chile y ratificar nuestros acuerdos pendientes con México y Mercosur. Queremos reforzar con ambas regiones la cooperación en materia de regulación centrada en el clima y en el ámbito digital.

En definitiva, en lo que respecta al comercio, la UE está plenamente decidida a aprovechar su poder global para promover los intereses y valores de la UE y construir una globalización más justa y sostenible.

 

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