Construir una Europa global

09/09/2020 - En estos días se habla mucho de «una Europa global», de cómo hacer de la Unión un verdadero interlocutor mundial en un entorno marcado por la rivalidad estratégica entre los Estados Unidos y China, el cuestionamiento del multilateralismo, y encima crisis sanitarias y medioambientales. Aquí presento una síntesis de mi punto de vista, que tuve ocasión de compartir recientemente con mis compañeros comisarios.

«Si no quiere estar a merced de otros, la UE debe llegar a ser un verdadero interlocutor mundial. Para afianzar su poder, Europa debe consolidar sus bazas actuales y buscar otras nuevas».

Vivimos en un mundo en el que la dependencia recíproca es cada vez más conflictiva, en particular con la creciente rivalidad estratégica entre los Estados Unidos y China. Se observa además una tendencia más generalizada a la competencia entre países y sistemas, especialmente con algunos de nuestros países vecinos, como Rusia y Turquía, que parecen querer volver a la lógica de los imperios.

Consideran que tienen derecho a controlar su vecindad circundante en nombre de unos supuestos derechos históricos. Solo reconocen la soberanía de los Estados, y no la soberanía del pueblo. Y en esto radican nuestras diferencias con Rusia respecto de Bielorrusia, o con China sobre Hong Kong. Las normas democráticas y nuestra visión del mundo, basada en las libertades, están en entredicho.

El multilateralismo está en crisis

El mundo se ha vuelto más multipolar pero el multilateralismo se ha debilitado, como demuestran la creciente parálisis del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la profunda crisis de la Organización Mundial del Comercio o, más recientemente, la de la Organización Mundial de la Salud. Y ello precisamente en un momento en el que los problemas mundiales, en especial la crisis climática o las cuestiones sanitarias, son cada vez más serios.

En este contexto de creciente competencia no solo intervienen los instrumentos de poder clásicos, sino que incluso el poder no coactivo se utiliza cada vez más como un arma: piensen en las películas y otros productos culturales, en la capacidad de crear redes sociales o en la facultad de atraer talentos. El comercio, la tecnología, los datos y la información se han convertido en instrumentos de la pugna política.

«Los europeos tienen la impresión de que viven en un mundo cada vez más peligroso e impredecible. Necesitan la certeza de que podemos ofrecer una respuesta europea congruente y sólida».

Los europeos tienen la impresión de que viven en un mundo cada vez más peligroso e impredecible. Necesitan la certeza de que podemos ofrecer una respuesta europea congruente y sólida. Si la UE no se erige también en una verdadera potencia mundial, en términos de poder tanto coactivo como no coactivo, estará a la merced de otros actores internacionales, y ello repercutirá en todos los ámbitos de nuestras vidas: la comunicación, la economía, el medio ambiente y la seguridad. Incluso nuestras democracias y nuestros derechos y libertades individuales correrían peligro.

Europa debe actuar más unida

Para evitar este sino, Europa debe apuntalar sus bazas tradicionales, buscar otras nuevas y adoptar iniciativas nuevas y visibles que mejoren su posición global. Ante todo, Europa debe actuar de manera más unida. Y, francamente, la UE es la única plataforma que permite a las democracias europeas promover y defender sus intereses con eficacia. A veces, en el pasado, hemos dejado que otros nos dividan para paralizarnos, por ejemplo en lo tocante a nuestras relaciones con China o Rusia. Debemos dejar de ver a Europa como un compendio de intereses nacionales y, en lugar de ello, hemos de determinar y defender juntos el interés común europeo. Este es, en particular, el objetivo de la labor emprendida con los ministros europeos de Defensa en torno al concepto de «rumbo estratégico» para elucidar conjuntamente las amenazas y los retos a los que Europa tendrá que hacer frente.

«La “autonomía estratégica” consiste en defender nuestros intereses y valores actuando de forma multilateral siempre que se pueda, pero estar dispuestos a actuar de manera autónoma cuando haya que hacerlo».

Hemos de reforzar nuestra capacidad de actuar de manera autónoma. El concepto de «autonomía estratégica» no alude al proteccionismo, sino a la capacidad de defender nuestros intereses y valores actuando de forma multilateral siempre que se pueda, pero estar dispuestos a actuar de manera autónoma cuando haya que hacerlo.

Tenemos más bazas de lo que creemos

Tenemos más bazas para lograrlo de lo que a menudo nosotros mismos creemos. Nuestro mercado interior sigue siendo uno de los más importantes del mundo y ningún actor externo puede permitirse ignorarlo. La Unión Europea cuenta con uno de los arsenales de «poder suave» más eficaces, con potentes políticas comerciales y de competencia, volúmenes de ayuda considerables y las nuevas posibilidades que ofrecen nuestros mecanismos de control de las inversiones. Debemos utilizarlo al máximo, adoptar un enfoque holístico y dejar atrás los compartimentos estancos.

La pandemia de COVID-19 ha puesto de manifiesto la fragilidad de las cadenas de valor mundiales existentes y la vulnerabilidad de Europa a este respecto. La reubicación y la soberanía económica han pasado a ser temas dominantes en toda Europa. Como ya tuve ocasión de exponer con el comisario Thierry Breton, debemos vincular estrechamente nuestras políticas industrial y de investigación con nuestra política exterior.

«La reubicación y la soberanía económica han pasado a ser temas dominantes. Debemos vincular estrechamente nuestras políticas industrial y de investigación con nuestra política exterior».

Somos el organismo normativo más importante de todo el mundo, tal como explica elocuentemente Anu Bradford en su reciente libro «The Brussels Effect» (El efecto Bruselas), pero no podremos mantener esa posición si no somos también un líder tecnológico: hemos de colmar la brecha entre nuestra capacidad reguladora y nuestra ambición tecnológica.

Tenemos que proteger sectores tecnológicos clave para evitar que caigan bajo un control excesivo de terceros, y garantizar la seguridad de sectores vitales como son el digital, la energía, las materias primas y la salud. Debemos proteger nuestras infraestructuras críticas (desde la energética hasta la espacial) y salvaguardar nuestra autonomía y seguridad digitales (las reglas y normas digitales internacionales y la ciberseguridad). También deberíamos aprovechar las prioridades de actuación renovadas que brinda el instrumento Next Generation EU sobre cuestiones digitales o medioambientales en el contexto de la programación de nuestra política de ayudas y de otras políticas exteriores.

El principio de reciprocidad es fundamental

Las relaciones con socios extranjeros deben evaluarse con arreglo al principio de reciprocidad. Esto debe pasar a ser la norma, y no la excepción; teniendo en cuenta, por supuesto, la necesidad de considerar los distintos niveles de desarrollo y los intereses estratégicos globales. Las normas que imponemos a las empresas europeas, en particular en materia de subvenciones, también deben aplicarse a las empresas no europeas que deseen entrar en nuestro mercado.

«Debemos estar dispuestos a adoptar un enfoque más sólido y estratégico cuando sea necesario, como hemos hecho, por ejemplo, con China».

«Debemos estar dispuestos a adoptar un enfoque más sólido y estratégico cuando sea necesario, como hemos hecho, por ejemplo, con China». Hemos trabajado para basar nuestra relación con China en una mayor reciprocidad y en unas condiciones de competencia equitativas en el comercio, en la inversión y en otros ámbitos. Al poner de relieve nuestras diferencias políticas, hemos conseguido que Pekín tenga que tomar a Europa más en serio.

Al mismo tiempo, debemos seguir dando la máxima prioridad a nuestra convulsa vecindad, tanto al este como lal sur, y a África. La estabilidad y la prosperidad de nuestros socios son cruciales para la seguridad y los intereses estratégicos de la propia UE. Además, hemos de reforzar nuestra acción común en el ámbito de la seguridad y la defensa y fomentar la capacidad de la UE para actuar como proveedor mundial de seguridad.

«La UE tiene gran interés en mantener y desarrollar un orden internacional basado en normas en el marco de un multilateralismo efectivo».

La UE tiene gran interés en mantener y desarrollar un orden internacional basado en normas en el marco de un multilateralismo eficaz, aunque otros intenten claramente de debilitarlo. En la Comunicación conjunta sobre el multilateralismo que estamos proyectando para el año próximo se expondrá lo que puede hacer la UE para contrarrestar esa tendencia. A lo largo de los años la UE ha conseguido bastantes logros en la cuestión del clima, pero también hemos de contribuir de forma más activa a reformar lo que haya que cambiar, por ejemplo en la OMS y la OMC.

«En tanto que UE podemos y debemos hacer más para desarrollar unas condiciones de competencia equitativas en lo que respecta a los derechos humanos y sociales».

En tanto que UE podemos y debemos hacer más para desarrollar unas condiciones de competencia equitativas en lo que respecta a los derechos humanos y sociales exigiendo más estrictos requisitos de «diligencia debida» en las cadenas de contratación de los agentes económicos. Tenemos que reforzar nuestra política comercial para asegurarnos de que nuestros socios respeten plenamente los compromisos contraídos respecto de las normas sociales y medioambientales. Además, debemos reflexionar sobre las implicaciones de un impuesto sobre el carbono en frontera, sin el cual el Pacto Verde derivaría en una fuga de carbono o en una desventaja competitiva. Y, por supuesto, hemos de seguir liderando la lucha mundial contra los paraísos fiscales.

Nuestro legado dependerá de nuestra capacidad para garantizar la recuperación socioeconómica de la crisis actual de la COVID-19 y de nuestra destreza para proyectar un papel más eficaz de Europa en el mundo. Persevero en este objetivo, en mi calidad de AR/VP, articulando el potencial que encierran los instrumentos de la Comisión y el SEAE con las acciones conjuntas de los Estados miembros en el seno el Consejo.

La necesidad de superar el escepticismo

Sé que hay mucho escepticismo en Europa sobre nuestra capacidad para lograrlo. Pero estoy convencido de que podemos conseguirlo, y también lo están los observadores externos: «Europe geopolitical awakening» (El despertar geopolítico de Europa) (enlace externo) es un artículo publicado el mes pasado en la conocida revista americana Foreign Affairs. En él se expone que Europa, con todos sus defectos, probablemente saldrá de la crisis con un papel mundial más importante, debido a la extensa respuesta que hasta el momento han brindado las autoridades europeas y a los grandes avances en términos de solidaridad interna que acredita la iniciativa Next Generation EU.

La crisis que ha provocado la epidemia de COVID-19 dista mucho de haber finalizado, y aún se desconocen todas sus consecuencias. Pero indudablemente depende sobre todo de nosotros, de nuestra voluntad común y nuestras acciones conjuntas, que la Europa global llegue a ser una realidad.

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