En unos mares encrespados, los intereses y valores propios de la UE deben ser nuestra brújula

14/06/2020 - La crisis del coronavirus está creando un entorno mundial más competitivo, en el que el enfrentamiento crece más deprisa que la cooperación. Como UE, afrontamos a unos mares bravíos y corremos el riesgo de vernos atrapados en las corrientes transversales de las grandes potencias, que nos dicen «elige bando».

Como decía Frank Sinatra, tenemos que hacer las cosas «a mi manera». Esto incluye mantener el sistema multilateral como espacio de cooperación, aunque las grandes potencias lo utilicen cada vez más como campo de batalla.

 

Cosas que fueron tratadas como técnicas y no de «alta política», como la inversión y el comercio, las tecnologías y las divisas, son ahora objeto de competencia abierta o incluso de confrontación. Cosas en cuya solidez cabía confiar, como los hechos y la ciencia, ahora son puestas en entredicho y forman parte de una batalla de relatos, amplificada a través de las redes sociales.

En el caso de la UE, no siempre resulta fácil mantener el equilibrio cuando las corrientes transversales se hacen más fuertes. Debemos pensar con lucidez, sin ingenuidad ni nostalgia, cómo podemos responder mejor. Los acontecimientos de esta semana son buenos ejemplos de lo que esto significa.

Mantener el equilibrio adecuado en las relaciones entre la UE y China

El martes me reuní con mi homólogo chino, el ministro de Asuntos Exteriores, Wang Yi, un diplomático extraordinariamente experimentado, para el diálogo estratégico UE-China. Fueron tres horas de debate intenso, franco y útil.

China desempeña un papel cada vez más importante en la política mundial, y nosotros tenemos un gran interés en trabajar juntos sobre muchas cuestiones en las que su papel resulta esencial, desde la recuperación de la pandemia al cambio climático y la conectividad sostenible. Todos estos elementos y más conforman una gran agenda positiva para la cooperación entre la UE y China.

También queremos trabajar con China sobre cuestiones en las que no hay coincidencia, pero en las que negociaciones de buena fe pueden arrojar buenos resultados para ambas partes. Pongamos por caso el acceso al mercado y las negociaciones sobre un acuerdo bilateral global en materia de inversión. Estas negociaciones han durado años y espero concluirlas cuanto antes para poner fin a la actual situación de apertura asimétrica. De la licitación del 5G al comercio electrónico y los servicios financieros, carecemos de igualdad de condiciones y tenemos que garantizar la reciprocidad.

Tenemos asimismo que hacer nuestros propios «deberes» en este ámbito, que incluyen medidas en vigor o en curso de elaboración sobre el control de las inversiones, la reciprocidad en materia de contratación, la diversificación de las cadenas de suministro o el almacenamiento de productos estratégicos. El objetivo general es capacitar a Europa para hacer frente a un panorama geopolítico más competitivo.

También hablamos sobre el alivio de la deuda de África, donde acogerán con satisfacción más esfuerzos por parte china.

Al mismo tiempo, hay aspectos en los que nuestras relaciones son más competitivas por naturaleza, porque nuestros valores y sistemas políticos son fundamentalmente diferentes. También los discutí con el Ministro de Asuntos Exteriores. Sobre Hong Kong y, más en general, los derechos humanos, ambas partes manifestaron su posición, pero persisten las principales distancias.

Nuestras relaciones con China son inevitablemente complejas y polifacéticas. La expresión «rival sistémico» ha llamado mucha atención, quizás más por el sustantivo «rival» que por el adjetivo «sistémico». Pero esto no significa que nos lancemos a una rivalidad sistemática.

La desinformación y el desafío para las sociedades democráticas

Otro ámbito en el que predominan las diferencias competitivas es la desinformación. El pasado miércoles, junto con la comisaria Jourová, presentamos una Comunicación conjunta sobre la desinformación

El espacio informativo es cada vez más un campo de batalla en el que los guerreros blanden teclados en vez de espadas. La pandemia del coronavirus ha ido acompañada de una masiva infodemia. Hemos presenciado una oleada de información falsa y engañosa y de operaciones de influencia específicas por parte de agentes extranjeros, con el fin de perjudicar a la UE y a sus Estados miembros.

El Servicio Europeo de Acción Exterior lucha contra la desinformación procedente de fuentes extranjeras desde 2016. Al principio, estaba relacionada principalmente con Rusia. Ahora China, entre otros, también ha entrado en este espacio, y lo hemos dicho. Hemos subrayado la necesidad de proteger nuestros sistemas democráticos contra este tipo de amenazas.

Mantener el rumbo en el triángulo UE-EE.UU.-China

Seguiremos debatiendo y trabajando sobre estas cuestiones también con los Estados Unidos. Este lunes, el Secretario de Estado de Pompeo se sumará a la reunión de Ministros de Asuntos Exteriores de la UE por videoconferencia. Tanto China como la desinformación ocupan un lugar destacado en el orden del día.

La relación transatlántica sigue siendo vital para nosotros en Europa y los valores que compartimos constituyen su fundamento. Pero también está sometida a tensiones y tiranteces. La Administración Trump ha tomado decisiones unilaterales con las que no siempre estamos de acuerdo.

Aunque algunos cambios subyacentes no se deben a la actual administración estadounidense. Por ejemplo, las relaciones entre Estados Unidos y China se inscriben en una senda de competencia mundial, independientemente de quién se encuentre en la Casa Blanca el próximo mes de enero. Y esta confrontación definirá el futuro orden mundial.

Este es el contexto en el que la UE debe posicionarse. En un contexto de tensiones entre Estados Unidos y China como eje principal de la política mundial, las presiones para «tomar partido» van en aumento. Los comentarios de los medios de comunicación sobre el Diálogo Estratégico y las iniciativas sobre desinformación fueron un poco sesgados.

No es ningún secreto que los 27 Estados miembros tienen opiniones divergentes sobre la posición que se debe adoptar. Algunos están a favor de la alineación, otros son partidarios de la equidistancia. Como Alto Representante de la Política Exterior y de Seguridad Común, conozco muy bien estas dinámicas.

Debemos adoptar un enfoque estratégico, es decir, tenemos que conservar y defender nuestros propios intereses y valores. No debemos guiarnos por las expectativas y las presiones externas, sino por lo que la UE quiere y necesita.

Una forma de pensar en todo ello consiste en recurrir a la «doctrina Sinatra», como la han llamado algunos medios de comunicación. Nosotros, como europeos, tenemos que hacerlo «a mi manera», con todos los retos que conlleva. La manera europea consiste, naturalmente, en trabajar con los afines para que el sistema multilateral siga siendo un espacio de cooperación, aunque las grandes potencias lo utilicen cada vez más como un campo de batalla.

No es posible esperar a que pase la tormenta. Pertenecer a la Unión Europea significa navegar juntos por estas aguas. Debemos evitar que nuestra embarcación se escore, utilizando nuestros intereses como brújula.

Habrá quien diga que los barcos están más seguros en puerto. Pero los barcos no se han hecho para eso.

 

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